Si solo hay una certeza en la vida, es que nunca podemos estar seguros de nada. Vivir con ansiedad es el resultado de esta perenne falta de seguridad y respuestas, mezclada con la influencia de una sociedad que nos pide ser siempre perfectos y nunca equivocarnos. La ansiedad, por naturaleza, existe para protegernos de los peligros, pero a menudo tiene efectos mucho más devastadores que los riesgos hipotéticos de los que nos advierte. En este artículo quiero hablarte del acto de pasar de una vida ansiosa a una vida valiente y cómo hacerlo con los recursos que todos tenemos disponibles en nuestro interior.
Vivir con ansiedad nos lleva a una vida de arrepentimientos
La ansiedad es esa vocecita insistente dentro de nosotros que enfatiza el peligro, enfatiza el riesgo. Cuando vemos el mundo a través de los lentes de la ansiedad, tenemos miedo, nos preocupamos, nos reprimimos y, en consecuencia, nos atascamos. Nos aferramos con todas nuestras fuerzas a una leve sensación de comodidad y no queremos empujarnos más allá de nuestros límites. Esta es la receta perfecta para vivir una vida sin estímulos, sin crecimiento y sin satisfacciones. Es una receta para el arrepentimiento, que nos aleja de nuestros sueños y aspiraciones. La ansiedad quiere detenernos hasta que nos sintamos seguros, pero el problema es que ninguno de nosotros tiene una bola de cristal que prediga el futuro. Cuando nos aventuramos hacia algo desconocido, nunca nadie nos puede garantizar al 100% que no sucederá nada impredecible, por lo que cuanto más escuchamos a la ansiedad, más nos sentimos incapaces de continuar con seguridad en nuestro camino de vida. Todo esto hace que sea increíblemente difícil tener nuevas experiencias y experimentar una satisfacción profunda.
Un círculo vicioso difícil de gestionar
La ansiedad, por lo tanto, es una voz interna que nos impide alcanzar nuestras metas. Hablando con diferentes profesionales y basándome en mis propias experiencias de vida, me he dado cuenta a largo plazo de que el secreto para silenciarla es simplemente demostrar que está equivocada.
Inevitablemente, la ansiedad nos lleva a pensar que el peor escenario se hará realidad. Que perderemos el tren, no aprobaremos un examen, no encontraremos un trabajo satisfactorio, no ganaremos suficiente dinero, nunca seremos dignos de amor.
Cuando sucede algo negativo, aunque no sea ni remotamente comparable con los escenarios catastróficos de nuestra cabeza, la ansiedad recibe la confirmación de que su modus operandi es válido, que es correcto. Y luego sigue con sus patrones llenos de pesimismo y negatividad. Cuanto más pensamos en negativo, más reforzamos nuestra ansiedad, incluso a nivel fisiológico: el concepto de neuroplasticidad nos enseña que una respuesta negativa repetida a estímulos externos fortalece nuestras sinapsis conectadas con el pesimismo y nos convierte en víctimas de un círculo vicioso que atrae más ansiedad.
La buena noticia es que podemos usar la neuroplasticidad a nuestro favor empleando el mecanismo opuesto, que es reforzar las respuestas positivas.
La importancia de seguir adelante
Entonces, ¿cómo podemos revertir nuestra tendencia a la ansiedad y fortalecer las sinapsis vinculadas a la positividad? La solución es tan sencilla como difícil de aceptar: siempre hay que avanzar. Sin peros. Independientemente de todo. Adelante simplemente porque puedes y porque confías en que podrás hacer frente a lo que suceda. Sobrevivirás y saldrás más fuerte y más sabio que antes. Sigue adelante no porque sepas con seguridad que no hay riesgo -nunca será así- sino porque prefieres una vida sin miedo a una vida ansiosa. Adelante porque estar atascado es peor que el peligro. La ansiedad está tratando de bloquearte, no de salvarte. El dolor del remordimiento y la frustración, el dolor de esa limitación emocional, de no poder realizarte y hacer lo que quieres… es un dolor mayor que la vergüenza o la pérdida que puedas experimentar en el futuro. Cuanto más reflexiones sobre esta verdad, más podrás moldear tu mentalidad hacia el optimismo y pasar de una vida ansiosa a una vida valiente, donde el miedo no domine todas tus decisiones.
Un profundo cambio de mentalidad
Lo que les acabo de describir es un cambio de mentalidad y como tal requiere tiempo y paciencia, pero es absolutamente posible. Sea cual sea tu visión del mundo, puedes cambiarla. Simplemente te acostumbraste a razonar a través de la ansiedad. Estas son las creencias, las mentalidades que has adoptado o heredado de otras personas, de la sociedad, de tus padres. Sabes cómo funcionar solo a través de estos patrones, incluso si no te hacen feliz. No te ayudan a cumplir tus aspiraciones, pero estás seguro y cómodo. Ahora los invito a hacer este cambio de mentalidad y al principio esta nueva forma de pensar, esta mentalidad más audaz y segura de sí misma, les parecerá falsa. Casi no te sentirás tú mismo, sino una persona que representa un papel. Y aquí es precisamente donde entra en juego la importancia de la meditación.
La meditación como herramienta contra la ansiedad
En la meditación se le pide que centre su atención en un objeto de su elección. Podría ser tu respiración, podría ser un mantra, un chakra, un sentimiento, cualquier cosa. Cada vez que tu atención se aleja, simplemente la traes de vuelta al objeto una y otra vez, cada vez que te distraes, y esto desarrolla el "músculo" de la conciencia, junto con el de la fuerza de voluntad. Ahora apliquemos estas habilidades desarrolladas durante la meditación a su vida diaria. Cuando te das cuenta durante el día que estás imaginando un escenario negativo, estás creyendo una historia falsa o estás adoptando una mentalidad que no te es útil, entonces creas una nueva mentalidad, una nueva forma de ver las cosas. Observas tu mente desde fuera y te das cuenta de lo dañinas que son estas ansiosas conjeturas. Luego aplicas tu capacidad de volver a centrarte en los aspectos positivos de la situación. Al igual que lo haces cuando meditas. Deja ir lo viejo y vuelve a centrar tu atención en lo nuevo. A menudo hablo de la ley de la atracción, pero hoy también quiero presentarles la ley de la atención. Aquello a lo que prestas atención crece, y aquello a lo que niegas tu atención se marchita y finalmente desaparece. Así, la vieja forma de ver las cosas (la forma ansiosa de vivir la vida) pierde fuerza lentamente y la nueva forma, más cómoda, más segura, más optimista, se vuelve cada vez más fuerte. Eventualmente, después de mucha práctica y persistencia (¡igual que en la meditación!), se convierte en una parte integral de tu personalidad. Para esto es necesario practicar repetidamente. Un método muy útil para practicar tu nueva mentalidad es a través de la afirmación. Crea tu propia afirmación que resuene con esta nueva forma de vivir, por ejemplo "Vivo la vida con valentía", "No tengo miedo a los desafíos", "No tengo miedo al futuro". Repite esta afirmación durante dos o tres minutos todos los días después de tu meditación. Y recuérdalo varias veces durante el día, especialmente en los momentos más difíciles, donde la ansiedad siempre acecha.
Conclusión
Cada vez que damos un paso adelante en la vida, cada vez que hacemos algo arriesgado, hay ansiedad. Pero si no haces nada y te quedas atascado, asustado y preocupado, solo empeorará la situación. El remordimiento es un dolor peor que la ansiedad. Entonces, el desafío que te propongo hoy, y quizás para el resto de tu vida (si estás listo), es elegir conscientemente una vida valiente, no una vida ansiosa; elige extenderte, tus límites y profundizar en las cosas que son importantes para ti. No porque sepas que es 100% seguro, nunca lo será. Pero porque puedes, y porque confías en ti mismo. Confía en que pase lo que pase, pase lo que pase en la vida, podrás crear algo bueno a partir de ello. Cada error y cada fracaso esconde valiosas lecciones que nos hacen más sabios y mejor preparados para las elecciones futuras. Así como nos enseña la meditación, ser conscientes de nuestros pensamientos nos abre a una vida más auténtica, alegre y significativa.
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