La meditación y el crecimiento personal son dos prácticas que a menudo se consideran por separado, como si una excluyera a la otra. En este artículo entenderemos por qué este no es el caso y descubriremos cuán profundamente conectados están.
En los últimos tiempos, la meditación está literalmente despoblando: recientemente he notado un creciente interés por esta práctica en personas de todas las edades, amplificado también y sobre todo por los medios de comunicación, que no hacen más que repetir cuánto beneficia la meditación al espíritu y al cuerpo. Los más de 70 beneficios científicamente probados pueden dar la impresión de que la meditación es una panacea para todos los males que nos aquejan y que puede hacernos sentir casi instantáneamente mejor en todos los aspectos.
En cierto sentido, este interés descontrolado es positivo, porque significa que cada vez más personas están motivadas para practicarlo, pero antes que nada es importante entender cuáles son los límites de la meditación. Practicando durante treinta años y habiéndolo integrado en mis días agitados, puedo decir con certeza que la meditación es esencial, pero casi siempre no es suficiente.
Me explico: la meditación nos invita a mirarnos profundamente dentro de nosotros mismos ya liberarnos de nuestros límites mentales y emocionales. Pero si pasas 20 minutos al día meditando y las horas restantes del día ignorando por completo las lecciones y habilidades desarrolladas a través de la meditación, entonces tu práctica siempre será incompleta.
No escuchas eso a menudo, y sé que este no es un consejo popular, pero es la verdad.
Las dos caras de la misma moneda
La meditación es solo una de las muchas prácticas de crecimiento personal y espiritual que tenemos a nuestra disposición. Puede traer cambios maravillosos en tu vida, pero por sí solo no es suficiente para la plena realización; por lo contrario, logra expresar su máximo potencial cuando se usa en conexión con otras prácticas y enfoques.
Este no es un descubrimiento nuevo y tampoco es cosa mía: en sus raíces tradicionales, la meditación no se concibe como una actividad aislada. En el Budismo, por ejemplo, es uno de los tres pilares de la práctica espiritual (junto con la Moralidad y la Sabiduría). En las tradiciones del yoga, la meditación se considera una práctica avanzada, que requiere una preparación adecuada compuesta por trabajo corporal (asana), respiración (pranayama) y algunos cambios en el estilo de vida (yama, niyama).
Al no integrarse con otras actividades dirigidas al crecimiento personal, la meditación puede terminar siendo una simple solicitación, o potencialmente (en el peor de los casos) puede convertirse en un medio de escape de la realidad.
A continuación he recopilado algunas prácticas que complementan muy bien la meditación y pueden ayudarte en tu camino. No es necesario que los integres todos en tus días (el tiempo y los compromisos rara vez lo permiten), así que descubre cuál refleja mejor tu personalidad y tus necesidades.
Los 4 caminos La meditación y el crecimiento personal son dos prácticas que a menudo se consideran por separado, como si una excluyera a la otra. En este artículo entenderemos por qué este no es el caso y descubriremos cuán profundamente conectados están. En los últimos tiempos, la meditación está literalmente despoblando: recientemente he notado un creciente interés por esta práctica en personas de todas las edades, amplificado también y sobre todo por los medios de comunicación, que no hacen más que repetir cuánto beneficia la meditación al espíritu y al cuerpo. Los más de 70 beneficios científicamente probados pueden dar la impresión de que la meditación es una panacea para todos los males que nos aquejan y que puede hacernos sentir casi instantáneamente mejor en todos los aspectos. En cierto sentido, este interés descontrolado es positivo, porque significa que cada vez más personas están motivadas para practicarlo, pero antes que nada es importante entender cuáles son los límites de la meditación. Practicando durante treinta años y habiéndolo integrado en mis días agitados, puedo decir con certeza que la meditación es esencial, pero casi siempre no es suficiente. Me explico: la meditación nos invita a mirarnos profundamente dentro de nosotros mismos ya liberarnos de nuestros límites mentales y emocionales. Pero si pasas 20 minutos al día meditando y las horas restantes del día ignorando por completo las lecciones y habilidades desarrolladas a través de la meditación, entonces tu práctica siempre será incompleta. No escuchas eso a menudo, y sé que este no es un consejo popular, pero es la verdad. La meditación es solo una de las muchas prácticas de crecimiento personal y espiritual que tenemos a nuestra disposición. Puede traer cambios maravillosos en tu vida, pero por sí solo no es suficiente para la plena realización; por lo contrario, logra expresar su máximo potencial cuando se usa en conexión con otras prácticas y enfoques. Este no es un descubrimiento nuevo y tampoco es cosa mía: en sus raíces tradicionales, la meditación no se concibe como una actividad aislada. En el Budismo, por ejemplo, es uno de los tres pilares de la práctica espiritual (junto con la Moralidad y la Sabiduría). En las tradiciones del yoga, la meditación se considera una práctica avanzada, que requiere una preparación adecuada compuesta por trabajo corporal (asana), respiración (pranayama) y algunos cambios en el estilo de vida (yama, niyama). Al no integrarse con otras actividades dirigidas al crecimiento personal, la meditación puede terminar siendo una simple solicitación, o potencialmente (en el peor de los casos) puede convertirse en un medio de escape de la realidad. A continuación he recopilado algunas prácticas que complementan muy bien la meditación y pueden ayudarte en tu camino. No es necesario que los integres todos en tus días (el tiempo y los compromisos rara vez lo permiten), así que descubre cuál refleja mejor tu personalidad y tus necesidades. 1. Introspección y autoconocimiento La capacidad de ser introspectivo, es decir, observar con discernimiento nuestro comportamiento, pensamientos, patrones emocionales y nuestras acciones, es tan rara como preciosa. No se trata de criticarnos o regañarnos, sino de reflexionar inteligentemente sobre lo que funciona y lo que hay que cambiar en nuestra forma de comportarnos o reaccionar ante determinados estímulos. Aquí hay algunas preguntas poderosas que pueden guiar su reflexión. Suponga que está examinando un sentimiento particular o una opinión suya muy fuerte sobre un tema que está cerca de su corazón. Puedes preguntarte: ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Por qué tengo esta opinión? ¿Qué hay realmente detrás de esto? ¿Estoy basando mis ideas en hechos o suposiciones? ¿Puede esta idea contribuir a mis objetivos? ¿Si es así, cómo? Las preguntas pueden tomar muchas formas. La esencia, sin embargo, es ver claramente lo que sucede dentro de ti y cuestionar tus opiniones e hipótesis. La honestidad con nosotros mismos es invaluable: aunque estés saboteando tu vida, haciendo tonterías y tomando malas decisiones, siempre puedes optar por seguir haciéndolo, pero reconociendo claramente que eso es lo que está pasando. Sin mentirte a ti mismo. Sin reflexión, el crecimiento personal y espiritual se ve severamente limitado.
La meditación y el crecimiento personal son dos prácticas que a menudo se consideran por separado, como si una excluyera a la otra. En este artículo entenderemos por qué este no es el caso y descubriremos cuán profundamente conectados están. En los últimos tiempos, la meditación está literalmente despoblando: recientemente he notado un creciente interés por esta práctica en personas de todas las edades, amplificado también y sobre todo por los medios de comunicación, que no hacen más que repetir cuánto beneficia la meditación al espíritu y al cuerpo. Los más de 70 beneficios científicamente probados pueden dar la impresión de que la meditación es una panacea para todos los males que nos aquejan y que puede hacernos sentir casi instantáneamente mejor en todos los aspectos. En cierto sentido, este interés descontrolado es positivo, porque significa que cada vez más personas están motivadas para practicarlo, pero antes que nada es importante entender cuáles son los límites de la meditación. Practicando durante treinta años y habiéndolo integrado en mis días agitados, puedo decir con certeza que la meditación es esencial, pero casi siempre no es suficiente. Me explico: la meditación nos invita a mirarnos profundamente dentro de nosotros mismos ya liberarnos de nuestros límites mentales y emocionales. Pero si pasas 20 minutos al día meditando y las horas restantes del día ignorando por completo las lecciones y habilidades desarrolladas a través de la meditación, entonces tu práctica siempre será incompleta. No escuchas eso a menudo, y sé que este no es un consejo popular, pero es la verdad. La meditación es solo una de las muchas prácticas de crecimiento personal y espiritual que tenemos a nuestra disposición. Puede traer cambios maravillosos en tu vida, pero por sí solo no es suficiente para la plena realización; por lo contrario, logra expresar su máximo potencial cuando se usa en conexión con otras prácticas y enfoques. Este no es un descubrimiento nuevo y tampoco es cosa mía: en sus raíces tradicionales, la meditación no se concibe como una actividad aislada. En el Budismo, por ejemplo, es uno de los tres pilares de la práctica espiritual (junto con la Moralidad y la Sabiduría). En las tradiciones del yoga, la meditación se considera una práctica avanzada, que requiere una preparación adecuada compuesta por trabajo corporal (asana), respiración (pranayama) y algunos cambios en el estilo de vida (yama, niyama). Al no integrarse con otras actividades dirigidas al crecimiento personal, la meditación puede terminar siendo una simple solicitación, o potencialmente (en el peor de los casos) puede convertirse en un medio de escape de la realidad. A continuación he recopilado algunas prácticas que complementan muy bien la meditación y pueden ayudarte en tu camino. No es necesario que los integres todos en tus días (el tiempo y los compromisos rara vez lo permiten), así que descubre cuál refleja mejor tu personalidad y tus necesidades. 1. Introspección y autoconocimiento La capacidad de ser introspectivo, es decir, observar con discernimiento nuestro comportamiento, pensamientos, patrones emocionales y nuestras acciones, es tan rara como preciosa. No se trata de criticarnos o regañarnos, sino de reflexionar inteligentemente sobre lo que funciona y lo que hay que cambiar en nuestra forma de comportarnos o reaccionar ante determinados estímulos. Aquí hay algunas preguntas poderosas que pueden guiar su reflexión. Suponga que está examinando un sentimiento particular o una opinión suya muy fuerte sobre un tema que está cerca de su corazón. Puedes preguntarte: ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Por qué tengo esta opinión? ¿Qué hay realmente detrás de esto? ¿Estoy basando mis ideas en hechos o suposiciones? ¿Puede esta idea contribuir a mis objetivos? ¿Si es así, cómo? Las preguntas pueden tomar muchas formas. La esencia, sin embargo, es ver claramente lo que sucede dentro de ti y cuestionar tus opiniones e hipótesis. La honestidad con nosotros mismos es invaluable: aunque estés saboteando tu vida, haciendo tonterías y tomando malas decisiones, siempre puedes optar por seguir haciéndolo, pero reconociendo claramente que eso es lo que está pasando. Sin mentirte a ti mismo. Sin reflexión, el crecimiento personal y espiritual se ve severamente limitado. 2. Estudio El estudio, a nivel espiritual, puede tomar muchas formas: leer los textos de la tradición contemplativa que más te interese, asistir a grupos de estudio, talleres, cursos en línea o tener un maestro que te siga son excelentes opciones. Estudiar también puede significar que te interesa la psicología u otras áreas relacionadas con la meditación. El objetivo es exponerse a otras perspectivas, aprender del estudio y lecciones de vida de otras personas, para evitar los problemas y trampas más comunes. En mi camino, estudiar libros espirituales me ha ayudado mucho. Me permitió reformar mis puntos de vista de ignorante de muchas cosas, comparándolos con puntos de vista más “ilustrados”. Un buen libro te enseñará, te motivará a practicar y te hará sentir que estás en presencia de un verdadero maestro.
3. Actividad física y respiración
Cuerpo, mente y respiración están íntimamente conectados. Las limitaciones en nuestra mente, la ignorancia y las emociones negativas, todas tienen una expresión correspondiente en nuestros cuerpos y en nuestra respiración. Muchas veces trabajar a nivel físico y dedicarse a ejercicios de respiración es mucho más fácil que meditar, porque son actividades cuyo resultado es tangible y casi inmediato. El yoga también es bueno para el cuerpo y la respiración: la meditación y el yoga son dos caras de la misma moneda y se complementan entre sí.
4. Interacción humana
La interacción humana a niveles profundos es un verdadero laboratorio para el crecimiento personal. Siempre lo divido en tres categorías: terapia, interacciones sociales y relaciones íntimas.
La terapia, el asesoramiento y el entrenamiento, en muchas de sus modalidades, pueden ser útiles para liberarse de las cadenas mentales que limitan su potencial. Esto te permite sacar a relucir tus debilidades y liberar ciertas energías emocionales que te mantienen cautivo.
La interacción social siempre es un excelente ejercicio: muchas veces descubrimos partes de nosotros que muchas veces permanecen latentes hasta que interactuamos con otras personas. La presencia del otro es una herramienta para interpelarnos y reflexionar sobre nuestra manera de acercarnos al mundo.
Finalmente, las relaciones íntimas ofrecen una valiosa oportunidad de autoconocimiento y transformación. Nuestra pareja (o un amigo cercano o familiar) es capaz de identificar fácilmente todos nuestros defectos, conductas peligrosas, adicciones y prejuicios más que nadie. Puedes pedirle que te los presente con mucha sinceridad, para que tengas una imagen completa de tu personalidad e identifiques áreas de mejora.
Es por eso que enfrentar los desafíos de una relación íntima, poder abrir el corazón y la mente a otra persona, es en sí mismo un gran paso para nuestro crecimiento.
Un enfoque más holístico de la meditación
No hay duda de que la meditación, incluso sola, puede traer enormes beneficios y transformaciones a tu vida. Sin embargo, sólo aceptando un verdadero camino de crecimiento, completo y continuo, se pueden lograr cambios profundos. La meditación y el crecimiento personal son dos aspectos profundamente interconectados, que conducen a un bienestar profundo y duradero.
La clave es la integración mente-cuerpo-corazón en la vida diaria, para traer con nosotros los beneficios de la meditación aun cuando no la estemos practicando. Por tanto, si lo que buscas es crecer como persona o alcanzar la liberación espiritual, no mires a la meditación como tu única herramienta.
Ahora te toca a ti: ¿con qué hábito quieres empezar a acercarte a la meditación?
Busca en la página de los eventos cual es mejor para ti y crece con nosotros.
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