¿Cuál es la rutina diaria de un monje budista? ¿Qué tal tu día? A los ojos de los occidentales, los hábitos de un monje budista que vive en un monasterio se filtran a través de los lentes de la cultura de masas y se nos presentan como una experiencia mágica y casi etérea. Es un mundo tan lejano y diferente al nuestro que muchas veces nos cuesta entender sus dinámicas y ritmos. Sin embargo, es importante conocer mejor estas realidades para comprender la importancia de la meditación, la actitud hacia la renuncia y el papel clave de la gratitud y la sencillez en la vida de los monjes. En este artículo descubriremos algunos ejemplos de las rutinas típicas de los monasterios budistas y veremos cómo integrar algunos de los hábitos matutinos saludables de un monje en nuestros días.
¿Qué es un monasterio?
Un monasterio o templo es una comunidad de hombres o mujeres (monjes o monjas), que han optado por retirarse de la sociedad, formando una nueva comunidad dedicada a la práctica religiosa (aunque el budismo en particular no habla de religión, sino de filosofía de vida ). La palabra monje proviene del griego monos, que significa solo. Puede ser difícil concentrar mucho tiempo en oraciones y rituales cuando necesita dedicarse a las actividades diarias que aseguran su supervivencia (como comida y refugio). Por eso, en el budismo y el cristianismo, los monjes o monjas oran por la gente. El monasterio suele convertirse en el centro espiritual de la ciudad o pueblo más cercano. Los aldeanos se ocupan del sustento de los monjes dándoles comida a cambio de oraciones y bendiciones. En el cristianismo, los monjes rezan por la salvación de las almas de los vivos. Pero en el budismo no existe el concepto de alma. La meta no es el cielo, sino el cese del ciclo infinito de renacimientos (samsara), para llegar a moksha, que es la liberación del ego y del mundo material y el fin del samsara. Este estado conduce naturalmente a la realización del nirvana (o liberación). Diferentes rutinas para diferentes monasterios. La forma en que se establece la rutina de un monje no solo varía de un monasterio a otro, sino que también depende de los deberes específicos de cada monje en la gestión y el mantenimiento diarios del templo. No existe una rutina unificada con siempre los mismos horarios: según el lugar, la escuela a la que pertenezca y el tamaño del monasterio, cada monje tendrá un horario ligeramente diferente para cumplir con sus deberes de la mejor manera.
La rutina
A modo de guía aproximada, la rutina general suele constar de las siguientes actividades:
Despertar y meditación durante una hora, seguida de una hora de canto (mantra).
Recopilación de ofertas. Los monjes caminan descalzos por el pueblo o barrio, recogiendo las ofrendas de comida de los habitantes.
Desayuno. De vuelta en el templo, los monjes se sientan juntos a desayunar.
Almuerzo ligero. Este es el último alimento sólido que los monjes pueden consumir hasta el amanecer del día siguiente.
Enseñanzas budistas. Comienzan las lecciones teóricas, basadas en los preceptos budistas. Algunos monjes más jóvenes también pueden asistir a la escuela fuera del templo.
Meditación y oración. Por la tarde hay una sesión de dos horas de meditación y oración.
Tareas personales. Los monjes se retiran para llevar a cabo sus deberes asignados por el maestro, generalmente un monje mayor.
El resto del día se dedica al mantenimiento del templo y lecciones individuales.
Además de la filosofía budista, el inglés, las matemáticas y la ciencia, los monjes aprenden cualquier tipo de conocimiento que los ancianos les ponen a su disposición.
No solamente meditan
El horario de un monje budista varía mucho según el monasterio, pero los días siempre comienzan temprano en la mañana con una meditación y terminan temprano en la noche. La jornada está llena de trabajo, tanto en el templo (mantener limpio y acogedor el lugar donde vive el monje), como en el servicio diario (que consiste en visitar las casas del pueblo para recoger ofrendas y realizar los funerales). La educación tampoco se descuida nunca: las lecciones y el aprendizaje son tan importantes como el trabajo físico. La vida de un monje budista no incluye mucho tiempo libre, como muchas personas creen erróneamente, pero el monje obtiene satisfacción y realización del trabajo y los momentos de contemplación. La mayoría de los monjes son huérfanos o han sido enviados al monasterio por padres tan pobres que no pueden garantizarles una comida y una educación diarias. Otros, en cambio, eligen conscientemente dejar la sociedad en la edad adulta y dedicarse a la vida monástica.
Como integrar en nuestra vida la rutina de un monje
Si bien muchos de nosotros no podemos darnos el lujo de dejar todo atrás y vivir en un monasterio, aún podemos inspirarnos en la rutina de un monje budista para integrar algunos hábitos saludables en nuestra vida. Aquí, en particular, hay cinco prácticas que podemos adoptar en nuestras mañanas, recomendadas por el monje Nick Keomahavong: 1. Conéctate a tierra y reflexiona sobre la impermanencia de la vida. Echar raíces significa volver al aquí y ahora, a la tierra, al momento presente. El propósito de esta tarea es hacerte apreciar lo que ya tienes. Cuando un monje se despierta temprano en la mañana, se queda en la cama con los ojos cerrados por un rato. Su único trabajo en este momento es concentrarse en su respiración y ser consciente de dónde está, estar conectado a tierra en el aquí y ahora. Posteriormente, su concentración cambia a la impermanencia de la vida y la muerte. Con este sencillo ritual, el monje se da cuenta de que hoy no es una garantía. ¿No es fantástico tener la oportunidad de comenzar un nuevo día, a diferencia de muchas personas que murieron antes que tú? La próxima vez que te despiertes, no saltes de la cama de inmediato. Quédate ahí con los ojos cerrados y siente cómo entra y sale el aire por tus fosas nasales. Piense en la muerte, no como algo doloroso, sino como una parte natural de nuestro ciclo. Te sentirás afortunado de estar vivo. Tu vida es un regalo único y tienes la oportunidad de hacer algo con ella hoy.
2. Hacer la cama
Un monje budista tiene solo tres cosas: una manta, la túnica que usa y otra túnica que actúa como almohada. Inmediatamente después de levantarse, el monje dobla cuidadosamente sus cosas y hace su cama.
Muchos monjes están convencidos de que la forma en que haces tu cama revela muchos de tus hábitos. Si hace la cama justo después de levantarse, sabrá cómo solucionar los problemas de forma rápida y sencilla.
Si haces esto después de ir al baño y desayunar, eres un procrastinador. Y si no haces la cama en absoluto, eres una persona negligente. Hacer la cama es un ejercicio de atención plena.
Te prepara para enfrentar el mundo fuera del hogar. En lugar de apagar la alarma tres veces y luego saltar de la cama, ¿por qué no te levantas cinco minutos antes y haces tu cama conscientemente? Toma este hábito como un pequeño ritual que te permite abordar las tareas complejas del día con la misma claridad y enfoque
3. Meditar
Antes de interactuar con el mundo exterior, los monjes budistas meditan durante mucho tiempo para cimentar su calma.
La compostura no es algo con lo que se nace. Es el producto de la disciplina. La meditación detiene tus pensamientos acelerados, limpia tu mente de emociones tóxicas y todo dentro de ti se calma. Con la meditación obtienes energía pura. Tu confusión mental desaparece y te vuelves bien equilibrado.
¿Hay una mejor manera de sentirse bien al comienzo del día? Antes de enfrentar los desafíos que se avecinan, disminuya la velocidad y tome conciencia. Le ayudará a prepararse para los desafíos diarios. Ahora es el momento de hacer algo por los demás.
4. Realiza un acto de generosidad Independientemente del clima, los monjes budistas salen del templo todas las mañanas y salen a la calle. Allí conocen a la gente del pueblo que les da de comer. Pero los monjes no se aprovechan de la generosidad de los demás sin hacer nada a cambio. Lo que los monjes suelen hacer es un acto de bondad. Al recibir comida de la gente de la calle, los monjes permiten que estas personas se liberen de la codicia. Les ayudan a purificarse y también les dan una experiencia espiritual. Tú también puedes hacer muchas cosas al comienzo del día para ejercitar la generosidad: preparar el desayuno para tu pareja o tus hijos. Comparta la sabiduría con alguien que necesite orientación. Renunciar a sus recursos o parte de su tiempo. Haga de dar a los demás un hábito diario y se sentirá como si hubiera recibido un regalo maravilloso.
5. Haz tareas para sentirte parte de algo más grande
A los monjes novatos del templo a menudo se les asignan las tareas más humildes, como lavar el inodoro todos los días. Y están agradecidos.
En el budismo, las tareas del hogar son una oportunidad para ejercitar la conciencia. Cuando tus manos tienen la oportunidad de conectar con la tierra, te liberas de los pensamientos porque estás concentrado en el momento. Dado que un budista no se separa del medio ambiente, su limpieza muestra respeto por el mundo que lo rodea.
Está feliz de poder beneficiarse de ello de alguna manera. Además, se siente parte de un gran Todo. Con la conciencia budista, tus tareas diarias se convierten en una oportunidad para calmar tus pensamientos y sentir mejor el mundo que te rodea.
6. Limita tu cena Si quieres empezar bien el día, prepárate la noche anterior. Los budistas tailandeses solo comen dos comidas: desayuno y almuerzo. Se saltan la cena y se acuestan con el estómago vacío. La explicación de su ayuno es simple: la gente gasta una gran cantidad de energía en la digestión en lugar de descansar. ¿Por qué empezar el día siguiente cansado cuando ya has dormido lo suficiente? Dos comidas al día no es una tradición común para los budistas de todo el mundo y no tienes que seguirla. Pero puede limitar su cena a una pequeña cantidad de comida, suficiente para sentirse lleno pero no tanto como para despertarse cansado por la mañana.
El objetivo
La mayoría de nuestras rutinas están enfocadas a la productividad, pero la rutina de un monje budista favorece el entrenamiento de la mente. Se enfoca en encontrar la sabiduría interior para corregir malos hábitos y mejorar tu propia vida y la de los demás. Cuando haces estas actividades que te devuelven al momento presente, no estás pensando en cosas triviales. Y realmente puedes cultivar un bienestar interior duradero. El mundo exterior es a menudo caótico y confuso. Hay mucho ruido de fondo, tanto literal como figurativamente, y es difícil no perder la cabeza. La rutina matutina budista te ayuda a fortalecer la calma interior y desarrollar la resiliencia, dos habilidades que te permiten filtrar este ruido de fondo y escuchar tu verdadera voz interior. Conclusión Por lo que a nosotros nos pueda parecer, la rutina de un monje budista nos enseña la importancia del trabajo, la educación y, sobre todo, la contemplación. Alternar el trabajo con momentos de calma y reflexión nos ayuda a conectarnos a tierra y ser más equilibrados en la vida cotidiana. Si bien nunca podremos seguir una rutina tan profundamente enfocada en la liberación de las posesiones materiales, adoptar algunas de estas prácticas nos permite mejorar mucho la calidad de nuestros días y nuestro estado de ánimo. Nosotros también, a nuestra pequeña manera, podemos adoptar la calma y la disciplina de un verdadero monje.
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