¿Cuántas veces hemos escuchado que la felicidad es un momento? Nos convencimos de que había que perseguirlo y luego verlo desaparecer y nos resignamos a un estado perenne de insatisfacción. ¿Pero tiene que ser así? Imagina que tienes la clave para poder vivir una vida feliz. Saber tomar una actitud positiva ante el mundo que te ayude a estar satisfecho incluso en los momentos de dificultad. ¿Crees que es complicado? Nada más erróneo: la felicidad es algo simple que se encuentra en las pequeñas cosas, esas mismas que solemos subestimar. Y es aprendiendo a ser agradecido que te sentirás más realizado y satisfecho. Muy a menudo es nuestra propia actitud la que nos hace infelices. Las quejas, la confusión y los pensamientos negativos a menudo son la raíz de nuestra frustración, pero a diferencia de lo que estás acostumbrado a creer, puedes entrenar tu cerebro para la gratitud eligiendo conscientemente ser feliz. El truco está en cómo te acercas a lo que te ofrece la vida. Centrarte en lo que no tienes y en lo que no va como quieres no hace más que alimentar tu insatisfacción. Mientras que aprender a agradecer por tu entorno te ayudará a sentirte satisfecho y a aumentar tu bienestar psicofísico. En pocas palabras: cuanto más practiques ser agradecido, más surgirá el sentimiento de forma espontánea. Supongamos que la felicidad es un músculo que puedes entrenar con dedicación, al que debes dedicarte todos los días para que funcione al máximo de su capacidad. ¿Cómo puedes hacerlo? Con unas simples prácticas diarias. Así que aquí hay siete ejercicios para cultivar la gratitud.
7 prácticas para cultivar la gratitud día tras día
1) Encuentra al menos tres cosas por las que estar agradecido
Cada noche escribe tres cosas positivas que te hayan pasado a lo largo del día. Concéntrese en eventos simples, no tiene que ser nada fuera de lo común: la llamada telefónica de un amigo, un paseo, un café en el bar o cualquier evento que realmente haya disfrutado. Esto nos ayuda a centrarnos en lo que fue positivo durante el día y a prestar la atención adecuada a los éxitos diarios. Con el tiempo será más fácil para nuestra mente reconocer los momentos por los que estar agradecidos. Básicamente, al detenernos en las cosas positivas, entrenamos nuestra mente para reconocerlas a medida que suceden y apreciarlas espontáneamente.
2) Aprende a decir gracias
Concéntrate en las personas que hicieron que tu día fuera agradable o hicieron algo por ti que nunca agradeciste. Reflexiona sobre los pequeños gestos, los inesperados, y cultiva la amabilidad con un simple gracias. Esto no solo fortalecerá tus relaciones sociales, sino que pensar en lo que otros hacen por ti te ayudará a sentirte amado y apreciado.
Además, dar felicidad atraerá más felicidad.
3) Cambia la forma en que te comunicas
Las palabras que usamos tienen un valor muy importante en nuestra vida, ya que influyen en nuestra forma de pensar. Observa tu actitud hacia los eventos, tratando de adoptar una actitud de aprecio en lugar de crítica. Siempre hay una lección que aprender, incluso en situaciones que parecen desesperadas. Presta atención al tiempo que dedicas a quejarte o criticar y, cuando te des cuenta de que estás inmerso en pensamientos negativos, intenta reformular la frase dándole un sentido positivo. Hazlo materialmente. Trate de dar algunos elogios adicionales. No tengas miedo de ser amable. Y deja de disculparte por todo, pero trata de decir gracias. Por ejemplo: en lugar de "Lo siento, llegué tarde", puedes intentar "Gracias por esperarme". Te hará sentir menos culpable y hará que tu interlocutor sea el protagonista.
4) Entrena la maravilla
Cada día estamos rodeados de bellezas que damos por sentadas: comodidades, pequeños gestos cotidianos, afectos. Trata de concentrarte en la maravilla que encierran las cosas más simples y entrena tu vista para la gratitud: “Qué hermoso es el sonido de la lluvia en este día de otoño”, “Habiendo perdido el autobús puedo caminar y liberar la tensión del día”. ." Ser capaz de preguntarse incluso cuando no hay nada nuevo hará que tu mente sea más receptiva a los sentimientos positivos.
5) Comparte la gratitud
Sabemos que toda experiencia es mejor si se comparte con alguien querido. Luego encuentra un amigo que esté motivado como tú para cultivar la gratitud y entrenar juntos. ¿Cómo? Pueden elegir enviarse mensajes de texto cada vez que noten algo por lo que agradecer, o reunirse regularmente y leer juntos las anotaciones que han tomado a diario. Podrían preguntarse qué cosas buenas les pasaron ese día o quién fue amable con ustedes. Compartir la gratitud no solo amplificará las emociones positivas que brinda el confrontar a los demás, sino que te ayudará a cambiar tu perspectiva al observar el mundo con otros ojos. Además, comprometerse con alguien te hace más responsable y te anima a llevar a cabo la meta de cumplir la promesa. Te ayuda a recordarlo y a ser más constante.
6) Cambia tu perspectiva
Los momentos negativos también son inevitables. Y es normal que nuestra vida esté llena de preocupaciones. A veces, sin embargo, puede ser útil mirar hacia atrás y darnos cuenta de que lo que nos preocupaba en el pasado finalmente se ha resuelto y quizás incluso nos ha enriquecido. Podemos anotar las experiencias que nos causan sufrimiento o ansiedad y volver a leerlas al cabo de unas semanas, centrándonos en cómo pudimos superar las dificultades y cómo solucionamos el problema. Podremos reflexionar sobre lo que nos enseñaron, cómo nos cambiaron y lo que aprendimos, recordándonos que incluso un evento inesperado puede contener un mensaje positivo.
7) No te quejes
La tendencia humana a querer obtener lo que creemos que queremos (o merecemos) a menudo nos lleva a un estado de insatisfacción del que es natural quejarse. Muy a menudo, de hecho, tendemos a asumir una actitud victimista ante la vida que no nos convierte en protagonistas. Trate de no quejarse de lo que le aqueja durante todo un día. No expreses en voz alta lo que te aqueja, a lo mejor escríbelo en una hoja. Esto ayudará a que tu mente se mantenga libre de pensamientos negativos y puede ayudarte a darte cuenta de cuántas cosas triviales te habrías quejado. Al repetir este ejercicio con el tiempo entrenaremos a nuestro cerebro para que se desprenda de los pensamientos dañinos dejándolos ir, nos ayudará a observar las dificultades sin agobiarnos y sin dejarnos desanimar por lo que no podemos controlar. El extraordinario poder de la gratitud Ahora que conoces los beneficios de la gratitud y sabes cómo ejercerla, todo lo que tienes que hacer es comenzar. Al principio puede parecer difícil, pero como cualquier hábito, solo necesita constancia y mucha práctica: cuanto más lo haces, más fácil se vuelve. Entrena tu gratitud todos los días y no te rindas, incluso cuando parezca difícil. No necesitas eventos especiales por los que estar agradecido, porque todos los días puedes encontrar una buena razón para agradecer. ¿Quieres una vida feliz? Entonces no confíes tu felicidad a factores externos. La felicidad es algo íntimo y personal y solo tú puedes cuidarla. Conclusión Cultivando cada día la gratitud y tomando una actitud de asombro y sorpresa ante la vida eliges ser feliz, asumes la responsabilidad de ser feliz y esto te hace poderoso y consciente.
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