Quiero hablarles de un principio que aclara, de manera muy simple y lamentablemente realista, la capacidad inherente del ser humano para adaptarse a situaciones desagradables y deletéreas sin reaccionar. EL principio de la rana hervida. La rana hervida es una metáfora desarrollada por el filósofo y anarquista estadounidense Noam Chomsky para describir la tendencia a la inacción que caracteriza a la humanidad en la era contemporánea. ¿Qué dice este principio acerca de la rana hervida? "Imagina un caldero lleno de agua fría en el que nada tranquilamente una rana. El fuego se enciende debajo de la olla, el agua se calienta lentamente. Pronto se vuelve tibio. La rana lo encuentra bastante agradable y continúa nadando. La temperatura sube. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que la rana aprecia. Se cansa un poco, sin embargo no tiene miedo. El agua ahora está realmente demasiado caliente. La rana lo encuentra muy desagradable, pero está debilitada, no tiene fuerzas para reaccionar. Entonces aguanta y no hace nada. Mientras tanto, la temperatura vuelve a subir, hasta el momento en que la rana acaba -simplemente- muerta hervida. Si la misma rana se hubiera sumergido directamente en el agua a 50° habría dado una fuerte patada, habría saltado inmediatamente fuera de la olla." La rana ha adaptado su temperatura corporal a la del agua y, una vez que está próxima a hervir, ya no tiene fuerzas para saltar porque está demasiado cansada para regular su temperatura. ¿Te dice algo esta triste historia?
Enfrenta los miedos al cambio
¿Alguna vez has soportado situaciones y personas negativas por mucho tiempo, solo porque te enseñaron que te quedas hasta enloquecer o que la resistencia es necesariamente sinónimo de fortaleza de carácter?
Es cierto que muchas veces subordinamos el bienestar emocional a necesidades que consideramos más importantes. No solo debemos pensar en nuestro bienestar, sino que también hay otras personas que dependen, de alguna manera, de nosotros.
Entonces, ¿Quién mató a la rana? No fue el agua hirviendo, sino la incapacidad de la rana para decidir cuándo saltar. Si lo piensas, puedes aplicar este principio a muchas situaciones que enfrentas en la vida.
Tal vez te quedes en una relación insatisfactoria solo para no causar molestias a la otra persona. Tal vez pospones la búsqueda del trabajo de tus sueños durante años y te conformas con un trabajo estable en el que te aburres. O guarda tu idea de negocio en el cajón pensando que ya habrá tiempo de realizarla.
El final es siempre lo mismo: "¡no es que sea tan malo!"
Hay demasiadas situaciones en las que nos adaptamos en lugar de luchar o "huir".
¿Qué asusta a la rana hervida?
El mayor miedo que tenemos es a cambiar. Paradójicamente, preferimos estar en una situación estática, que no nos hace felices, que no nos inspira ni nos gratifica, simplemente porque tenemos miedo de tener ponernos en juego.
Como la rana hervida, que para salvarse tendría que cambiar de situación y saltar de la olla, y en cambio se adapta al agua hasta hacerse insoportable, porque el cambio la asusta más que el agua hirviendo. Así se acumulan pequeñas frustraciones, pequeñas dosis de ira, malestar, miedo… que tarde o temprano llevan a estallar. Todas las emociones negativas reprimidas y enterradas por un aparente ajuste son expulsadas de inmediato y, a menudo, con un dolor y consecuencias muy fuertes.
Aceptarlo todo y adaptarse no es vivir, sino sobrevivir. Es permitir que otros decidan por ti.
"¿Quieres aguantar hasta que sea sostenible? Nadie nos hace daño. Nosotros somos los que nos hacemos daño porque hacemos mal uso del gran poder que tenemos, el poder de elegir." - Martín Kole
Que puedes hacer Para evitar asentarse y adaptarse a toda costa, siempre hay algo que puedes hacer: ¡aceptar el cambio! Sé consciente de que puedes elegir: pensar nuevos pensamientos, actuar libremente, dejarte llevar, cometer errores y empezar de nuevo. No es un camino fácil y no sucede de la noche a la mañana, ¡pero es posible! Empieza a tomarte un tiempo para ti, déjate llevar por algún pequeño capricho o decisión tuya: los placeres cotidianos son la base de la autoestima. Solo si cultivas la autoestima, el respeto y el cariño por ti mismo podrás dejar de aceptar pasivamente cada situación, aumentando tu determinación de cambiar tu realidad. No esperes a que "el agua hierva": ¡tú decides saltar!
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