Incluso el cambio para mejorar a menudo se ve con aprensión. "Si renuncio a algo" piensas "no me quedará nada". Se necesita valor para renunciar a lo conocido por lo desconocido. Tampoco es fácil renunciar a un dolor que nos es familiar por un gozo desconocido y, en consecuencia, incierto. La mente es como un caballo que ha tirado del carro de reparto durante años: el caballo se ha acostumbrado a hacer ese viaje diario, y es difícil convencerlo de seguir uno nuevo. Incluso la mente no abandonará a la ligera los viejos hábitos, incluso cuando sea consciente de que sólo causan sufrimiento. Los cambios positivos hay que abrazarlos con valentía, porque si las esperanzas de mejora se ven frustradas por el miedo a realizarlas, la mente nunca encontrará la paz. Así que acepta el cambio como una constante en la vida. Nuestras vidas son una procesión incesante de victorias y pérdidas, alegrías y tristezas, esperanzas y decepciones. En un momento estamos amenazados por las tormentas de las tribulaciones, unos momentos después un rayo de esperanza atraviesa las nubes grises y luego, de repente, el cielo vuelve a ser azul. –Paramhansa Yogananda
Pocas cosas nos asustan más que el cambio: cuando nuestras rutinas, en su cómoda previsibilidad, se ven trastornadas o incluso ligeramente modificadas por un acontecimiento inesperado, nuestra reacción inmediata es cerrarnos como un erizo y rechazar cualquier tipo de variación de nuestros hábitos.
Esta reacción no solo es perfectamente comprensible, sino que es parte integral de la naturaleza humana: la respuesta más instintiva a cualquier cambio, grande o pequeño, es siempre la resistencia. Existen diversas causas y tipos de resistencia al cambio, particularmente cuando toca nuestra esfera personal. A menudo nos resistimos al cambio porque tememos abandonar patrones antiguos, seguros y habituales en favor de un territorio desconocido y potencialmente peligroso.
El miedo al cambio puede atribuirse a la posibilidad de fracaso, a la renuncia o disminución de nuestro ámbito de control y autoridad, o al hecho de que el cambio planificado puede tener poco o ningún efecto sobre nuestra felicidad.
Todos estos factores, combinados con la tendencia a tomarse un tiempo para integrarse y sentirse cómodo, generan preguntas, dudas y, por lo tanto, miedo, lo que es comprensible que genere resistencia al cambio.
Entonces, ¿Cómo afrontar el cambio de la mejor manera, sin sentirnos abrumados por el rechazo? Siempre comienza con la aceptación, y luego pasa por un camino que no siempre es fácil.
Las 3 fases del cambio
El autor estadounidense William Bridges discutió el proceso de cambio individual en 1980, presentando tres etapas por las que cada persona debe pasar para cambiar de manera efectiva. La principal fortaleza del modelo de Bridges es que se enfoca en la transición, no en el cambio en sí mismo. La diferencia es sutil pero importante.
El cambio es algo que le sucede pasivamente a las personas, incluso si no están de acuerdo. La transición, en cambio, es interna: es lo que sucede en nuestra mente cuando cruzamos este camino. El cambio puede ocurrir muy rápidamente, mientras que la transición suele ocurrir más lentamente.
Las tres fases de transición identificadas por Bridges son:
El punto de inflexión
La zona neutra
El nuevo comienzo
Bridges argumenta que las personas pasarán por cada etapa a su propio ritmo. Por ejemplo, aquellos que se sientan cómodos con el cambio probablemente lleguen rápidamente a la tercera etapa, mientras que otros permanecerán en el nivel uno o dos.
Fase 1: El punto de inflexión
Las personas ingresan a esta etapa temprana de transición cuando se enfrentan por primera vez al cambio. Esta primera fase a menudo se caracteriza por la resistencia y la agitación emocional, porque nos vemos obligados a dejar ir algo con lo que nos sentimos cómodos.
En esta etapa, podemos experimentar las siguientes emociones:
Miedo
Rechazo
Enfado
Tristeza
Desorientación
Frustración
Incertidumbre
Sentimiento de abandono
Las personas tienen que aceptar que algo está terminando antes de que puedan comenzar a darle la bienvenida a una nueva idea.
Guiar a alguien a través de la primera etapa
Es importante aceptar la resistencia de las personas y comprender sus emociones. Dales tiempo para que acepten el cambio y lo dejen pasar, y trata de que todos hablen de lo que sienten.
En estas conversaciones, asegúrese de escuchar con empatía y comunicarse abiertamente. Enfatiza cómo las personas podrán aplicar sus habilidades, experiencias y conocimientos una vez que se implemente el cambio. Las personas a menudo temen lo que no entienden, por lo que cuanto más pueda educarlos sobre un futuro positivo, más probable es que pasen a la siguiente etapa.
Fase 2: la zona neutra
En esta etapa, las personas afectadas por el cambio suelen estar confundidas, inseguras e impacientes. Dependiendo de qué tan bien estén manejando el cambio, también pueden experimentar una mayor carga emocional a medida que se acostumbran a sus nuevos patrones.
Piense en esta fase como el puente entre lo viejo y lo nuevo; de alguna manera, todavía estamos apegados a los viejos hábitos, mientras que también estamos tratando de adaptarnos a los nuevos.
Aquí, podríamos experimentar:
Resentimiento hacia la iniciativa de cambio
Baja moral y baja productividad.
Ansiedad sobre el rol, el estatus o la identidad de uno
Escepticismo sobre la iniciativa de cambio.
A pesar de ello, esta fase también puede ser de gran creatividad, innovación y renovación. Este es un buen momento para alentar a las personas a probar nuevas formas de pensar o trabajar.
Guiar a alguien a través de la segunda etapa dos
Su conducción es increíblemente importante ya que puede ser un momento incómodo, parecer improductivo y lento. Dado que las personas pueden sentirse un poco perdidas, les proporcionas un sólido sentido de dirección.
Recuérdeles sus objetivos de transición y anímelos a hablar sobre lo que sienten. También es importante establecer metas a corto plazo durante esta fase para que las personas puedan experimentar algunas ganancias rápidas; esto ayudará a mejorar la motivación y les dará una percepción positiva del esfuerzo por el cambio.
Fase 3: un nuevo comienzo
La última fase de la transición es un momento de aceptación y energía, cuando comenzamos a adoptar la iniciativa de cambio, desarrollamos las habilidades que necesitamos para tener éxito y comenzamos a ver las primeras victorias.
En esta etapa, es probable que experimente:
Altos niveles de energía
Abierto al aprendizaje
Compromiso renovado
Guía a alguien a través de la tercera etapa
Cuando las personas comienzan a adoptar el cambio, es fundamental que las ayude a apoyarlo. Tómate un tiempo para celebrar el cambio que ha experimentado alguien cercano a ti.
Recuerde que no todos llegarán a esta etapa al mismo tiempo y que las personas pueden volver a los niveles anteriores si creen que el cambio no está teniendo un impacto positivo. Lidiar con el cambio no es un proceso fácil, pero al final genera una gran satisfacción.
Aprendemos a aceptar el miedo y la resistencia como partes integrales del viaje y a avanzar de frente a través de todas las etapas, hasta llegar a una vida nueva y maravillosa que ni siquiera podíamos imaginar antes.
Visita nuestra página de eventos y busca lo que más se adapta a tus exigencias.
Kommentare